sábado, 18 de marzo de 2017





MATAR A UN RUISEÑOR, Harper Lee

Tras haber finalizado la obra Matar a un ruiseñor, sigo sin saber muy bien por qué decidí leerme este libro. No pretendo parecer moralista, pero es la simple realidad. Su título llevaba un tiempo rondando por mi cabeza y acepté el reto de afrontarlo (he de admitir que ha logrado superar mis expectativas).
      Por medio del mundo interior de Scout se plasman los tópicos del racismo, la discriminación, la injusticia, entre otros,  característicos de la sociedad sureña estadounidense. Partiendo de la inocencia, Scout va descubriendo el crudo mundo adulto.
      Uno de los temas principales es la discriminación racial representada por la figura de Thom. Este personaje me llamó la atención, no porque desconociera el trato miserable que sufrían los negros en aquella época, sino porque me recordó a nuestra sociedad actual.
      Vivimos en un mundo que se autodenomina progresista y que es un ejemplo del respeto y la tolerancia, pero en realidad no es así. El racismo, la homofobia y muchas otras clases de odio (que a mi juicio son manifestaciones despreciables) siguen vigentes en nuestro mundo.
      Creo firmemente que debería ser una lectura obligatoria en la etapa educativa de cualquier persona, ya que los valores que propugna (la amistad entre etnias, la libertad, la igualdad, etc.) favorecen el desarrollo personal de un individuo para poder vivir en sociedad.
      Matar a un ruiseñor habla de la segregación racial de la década de los años treinta. A través de este libro podemos aprender un poco de la historia de Estados Unidos, al mismo tiempo que nos permite reflexionar sobre el trato inhumano que refleja y sigue reflejando nuestro mundo.
Te invito a que lo leas y lo disfrutes, quizá cambie tu forma de ver el mundo.
Sofía Blasco, 1º de bachillerato F

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